lunes, 8 de junio de 2009

El hombre caminaba por el valle en los Pirineos, cuando se reunió por un viejo pastor. Compartió con él sus comidas, y durante mucho tiempo se sentaron y hablaron acerca de la vida. El hombre dijo que si alguien cree en Dios, él también debe entender que no es libre, como Dios dirige a su cada paso. En respuesta, el pastor se celebró en un barranco, donde se podía oír - con absoluta pureza - un eco de cada sonido. "La vida es de estas paredes, y la suerte - este es el arroyo, lo que hace cada uno de nosotros", dijo el pastor. "Todo lo que hacemos se refleja en su corazón, y regresó a nosotros de la misma manera." Dios - es un reflejo de nuestros propios asuntos. "

El maestro dijo: "Cuando pensamos que ha llegado el momento de cambiar, de empezar - inconscientemente - la película se disipe en primer lugar, examinar todas las lesiones que hemos experimentado antes". Y, por supuesto, con la edad, un número cada vez mayor de nuestras dificultades. Pero, al mismo tiempo, nos da la oportunidad de experimentar la mejor manera de superar estas lesiones y encontrar formas que nos permitan avanzar. Y también tenemos que ver esta segunda película en nuestro VCR mental. "Si sólo vemos una lista de nuestras derrotas, nos paralizó. Si vemos sólo el historial de nuestros éxitos, estamos empezando a pensar que estamos más sabio que lo que realmente es." Necesitamos ambas cintas. "

El estudiante le dijo a la maestra: "Pasé la mayor parte del día, pensando en las cosas que yo no debería pensar, deseando cosas que yo no quiero hacer planes y que yo no construir". El maestro invitó a los estudiantes para caminar por el bosque para su casa. Por cierto, se refirió a la planta y preguntó al estudiante, si conoce su nombre. "Belladonna", respondió el discípulo. "Se puede matar a cualquiera que se comió sus hojas". "Pero no puede matar a alguien que sólo ve ella," dijo el maestro. "Del mismo modo, los deseos negativos no pueden causar daño, si no les seducirá."

Entre Francia y España es una cadena montañosa. En una de estas montañas es un pueblo llamado ARGELES, como en el pueblo - una colina en el camino hacia el valle. Todas las tardes el anciano en la colina sube y desciende de la misma. Cuando un viajero llegó a ARGELES en primer lugar, no tenía conocimiento de ello. Durante la segunda visita, observó que cruzó la carretera con la misma persona. Y cada vez que entré en el pueblo, puede llegar a más personas - su ropa, que toma su bastón, sus gafas. Ahora, cada vez que piensa en esa aldea, él piensa en el viejo, aunque ni siquiera saben que existe. Sólo un guardabosques dijo el hombre. En forma lúdica, pregunta el viejo: "¿Cree usted que Dios vive en estas hermosas montañas que nos rodean?" "Dios vive", dijo el anciano, "en aquellos lugares que le permiten permanecer en él."

No hay comentarios:

Publicar un comentario